Megan Hess, de 46 años, y su madre, Shirly Koch, de 69, diseccionaron unos 560 cadáveres entre 2010 y 2018, según la Fiscalía.
De esos restos vendieron partes y órganos a empresas de enseñanza médica que desconocían que habían sido adquiridos de forma fraudulenta.
Hess fue condenada a 20 años de cárcel y Koch a 15.
En algunos casos ambas mujeres vendieron cuerpos enteros, señalaron los fiscales.
La exempresaria cobraba a las familias hasta US$1.000 por cremaciones que nunca se llevaban a cabo y, en algunos casos, las ofrecía sin cargo a cambio de donaciones de partes corporales.
En Estados Unidos es legal donar órganos, pero no venderlos, y menos sin autorización y bajo engaños.