Tony Hsieh fundó varias compañías digitales que resultaron revolucionarias. Sus empresas eran consideradas las mejores para trabajar. Quiso crear una ciudad utópica. Tenía centenares de millones de dólares y se había obsesionado con conseguir la Felicidad Absoluta. Sus últimos años fueron de excesos y locura. Vivía en una mansión de 15 millones de dólares como un pordiosero.