Un diseñador italiano al borde de la muerte recibió un encargo para modificar un auto recién salido de Maranello. Una obra peleada con el buen gusto, con pasado narco y que en 2022 rompió los pronósticos.
En 1938, mientras el mundo entraba de cabeza a uno de sus ciclos más sangrientos, Arabia Saudita encontró debajo de la tierra el secreto de su felicidad. El petróleo que emergió a borbotones impulsó durante décadas su ascenso en Medio Oriente y en el concierto internacional. En cambio, en 1940 Japón se alió con Alemania e Italia en una guerra de la que salió hundido. Para entonces, Enzo Ferrari pegaba el portazo en Alfa Romeo. Todos ellos -la realeza saudita, el milagro del sol naciente y la marca de Maranello- se encontraron 45 años más tarde y dieron lugar a un auto sin igual: una Ferrari japonesa.





