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Insólito truco: simuló tener un infarto para no pagar la cuenta de un restaurante

  • Un hombre de 50 años utilizaba siempre la misma estrategia: se tiraba al piso y simulaba un ataque cardíaco.

Se sentaba a comer como si fuera la última comida de su vida. Entrada, plato principal, varios postres y varias bebidas. Pero a la hora de pedir la cuenta, este hombre había inventado una treta: simulaba desmayarse.

Esta última semana, el “artista” Aidas J. de 50 años fue detenido, luego de sufrir su supuesto “desmayo o un aparente infarto” por vez número 20. Eso sí, antes había degustado una rica paella y la había acompañada con dos whiskies.

A simple vista, este estafador que vive en España parece un turista ruso con dinero, pero en realidad es un ciudadano lituano que no habla español (aunque sí parece entenderlo) y sin domicilio conocido. Se sabe que está en Alicante desde, por lo menos, noviembre de 2022, cuando las fuerzas de seguridad lo detuvieron por primera vez.

El pícaro actúa tanto en almuerzos como en cenas e incluso al pedir tapas. Su historial acumula sobre todo pedidos de arroz y bogavante o entrecots, todos ellos acompañados habitualmente con alcohol.

El gerente del restaurante El buen comer, Moisés Doménech, explicó que el hombre llegó a su negocio y pidió “paella de marisco para uno” y un whisky, “que se bebió de un trago”, antes de pedir otro doble para acompañar al arroz.

Sin haber abonado la cuenta de 34,85 euros, “iba a marcharse sin pagar, pero un compañero le paró y le dijo que tenía pendiente la cuenta”, a lo que el estafador contestó que iba a ir al hotel para tomar el dinero. Al negarle que se fuera, el lituano se arrojó al suelo muy cerca de la puerta de la calle y fingió estar indispuesto, pero los trabajadores no cayeron en la trampa y llamaron a la Policía. El hombre de 50 años fue detenido.

El lituano estafador tiene 50 años y fue demorado 20 veces durante el último año.El lituano estafador tiene 50 años y fue demorado 20 veces durante el último año.

El policía que lo detuvo cuatro veces dijo que el estafador suele “sonreír” cuando llegan los agentes y que nunca se sonroja ni pierde la tranquilidad, quizá porque “se ve impune”. Siempre lleva varias copas encima y aparentemente le da igual pasar una o dos noches en la celda antes de ir ante el juez.

Como el delito que le imputan es menor, el hombre entra y sale de la comisaría local casi sin problemas. También es muy difícil lograr una condena por estafa por un par de platos de comidas impagos.

Un abogado le explicó al Daily Mail que, a pesar de que varios locales gastronómicos se unieron para realizar una denuncia penal, es inútil continuarla. “Se aprovechó del sistema judicial,con multas impagas tan pequeñas es difícil conseguir una pena de prisión más larga”, concluyó.

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