La urbanización fortificada de al-Natah desafió las suposiciones sobre la vida durante la Edad del Bronce. La cubierta de rocas basálticas protegió el sitio de excavaciones durante siglos
Un nuevo hallazgo arqueológico redefine la percepción de la Península Arábiga durante la Edad del Bronce. Antes del descubrimiento del oasis al-Natah, se consideraba que el noroeste de Arabia era una vasta extensión de desierto habitada principalmente por nómadas y marcada por algunos sitios funerarios.
Sin embargo, la identificación de al-Natah y de otras fortificaciones en la región, como las murallas de Tayma descubiertas hace 15 años, cambiaron esa visión. Según el arqueólogo Guillaume Charloux que lideró la investigación publicada en la revista PLOS ONE, este fue “el primer descubrimiento esencial” que llevó a los científicos a investigar más de cerca estas áreas de oasis.
Charloux subrayó que el proceso de urbanización en la zona fue único: “Había otro camino hacia la urbanización… más modesto, mucho más lento y bastante específico del noroeste de Arabia”. Además, el arqueólogo destacó que la cubierta de rocas basálticas negras que ocultaba las murallas “protegió el sitio de excavaciones ilegales”, lo que permitió que permaneciera intacto hasta que los estudios aéreos revelaron indicios de senderos y cimientos.
Estas evidencias sugieren que los oasis fortificados como al-Natah podrían haber estado en contacto entre sí, sentando las bases para el comercio y los intercambios culturales en la zona.
Según el nuevo estudio, este desarrollo podría incluso haber sido el precursor de la “ruta del incienso”, un camino clave que facilitaba el comercio de especias, incienso y mirra desde el sur de Arabia hasta el Mediterráneo.
El descubrimiento de al-Natah ofrece una visión fascinante sobre cómo era la vida en un asentamiento del Bronce temprano en la región. Las excavaciones han revelado una sociedad capaz de sostener hasta 500 residentes, con casas lo suficientemente robustas para soportar al menos uno o dos niveles. Esto sugiere que la comunidad contaba con un nivel de desarrollo arquitectónico que le permitía construir estructuras permanentes.
Dentro de la necrópolis se hallaron tumbas con objetos como armas de metal, entre ellas hachas y dagas, lo que indica que los habitantes de al-Natah no solo conocían la metalurgia, sino que probablemente mantenían cierto nivel de organización social y militar. Además, la presencia de piedras preciosas como el ágata resalta un posible comercio o intercambio de bienes valiosos. Según Charloux, estos hallazgos proporcionan “pruebas de que estos muros están organizados alrededor de un hábitat”, lo que reafirma que al-Natah era más que un simple asentamiento nómada; era un punto de convergencia para comunidades con un modo de vida más complejo.
El hallazgo de piezas de cerámica “muy bonitas, pero muy simples”, en palabra de los investigadores, sugiere una sociedad relativamente igualitaria, de acuerdo con el estudio. Esto es notable, ya que evidencia un desarrollo cultural que se diferenciaba de las ciudades más sofisticadas de Mesopotamia o Egipto, donde las jerarquías y la estratificación social estaban más marcadas.
El hallazgo también contribuye a una mejor comprensión de cómo se produjo la transición de la vida nómade a formas de vida más urbanas y estables. En palabras de Charloux, estos vestigios muestran un “urbanismo lento” que fue esencial para la evolución social y económica de la región. El hallazgo de al-Natah, junto con otros asentamientos similares, indica la existencia de una red de contactos y comercio entre oasis fortificados en la Península Arábiga durante la Edad del Bronce.
La ruta del incienso
Esta hipótesis es apoyada por hallazgos como las piedras preciosas y las armas de metal encontradas en el sitio, que reflejan intercambios de bienes y conocimientos más allá de los límites de la comunidad.
Uno de los aspectos más interesantes es la posibilidad de que al-Natah haya jugado un papel en los inicios de la “ruta del incienso”, una red de comercio que conectaba el sur de Arabia con el Mediterráneo.
Esta ruta fue esencial en la antigüedad para el intercambio de bienes valiosos como especias, incienso y mirra, productos altamente apreciados en civilizaciones como las de Egipto, Mesopotamia y Roma. La existencia de asentamientos fortificados en lugares estratégicos como al-Natah sugiere que estos podrían haber servido como puntos de descanso y comercio para caravanas que transitaban por la región.
El arqueólogo Charloux explicó que estos oasis fortificados no solo proporcionaban seguridad en un entorno mayormente desértico, sino que también habrían facilitado interacciones entre comunidades aún predominantemente nómadas y aquellos grupos que ya comenzaban a establecerse. “Podrían haber estado en contacto entre sí”, comentó Charloux, lo que refuerza la idea de un incipiente sistema de intercambio que eventualmente facilitaría la expansión de rutas comerciales de mayor escala.
Este patrón de urbanismo disperso y conectado subraya que en el noroeste de Arabia existía un modelo diferente de desarrollo urbano. A diferencia de las grandes ciudades-estado de Mesopotamia o Egipto, los asentamientos como al-Natah muestran un enfoque más adaptado al contexto geográfico y social de la región. Aunque menos grandiosos, estos núcleos fortificados desempeñaron un papel clave en la formación de las primeras estructuras económicas y políticas que influirían en las culturas posteriores.