Ejerció un año su profesión y dejó todo para cumplir como entrenador profesional el sueño de futbolista, que ancló en el amateurismo. Pelea con el club de Mendoza por el ascenso a la Liga Profesional.
Hace poco más de 10 años, el hoy director técnico de Gimnasia de Mendoza, Joaquín Sastre, descolgó el cuadrito con el título de contador público nacional, como el futbolista que cuelga los botines, para empezar una nueva vida. La diferencia es que cuando retiró al contable, le abrió la puerta definitivamente al fútbol. Con cierta devoción habla de la palabra de Marcelo Bielsa como fundamental para que eso pasara. Para “tirarse al vacío”, dice.
Luego hubo una experiencia laboral junto al Loco que funcionó como un “retiro espiritual” en el que acomodó las piezas de su vida y decidió el camino que tomaría. Tenía un trabajo estable con un buen sueldo y una estabilidad envidiable para un graduado de veintipico, pero dice que pudo “visualizarse” de otra manera.
Aquella epifanía se cristalizó cuando en 2022 recibió una oferta que lo desorientó: el presidente de Gimnasia de Mendoza le ofreció el cargo que había quedado vacante tras la salida de Luca Marcogiuseppe, de quien era su ayudante de campo. Tras 48 horas para analizar la propuesta, le dio el sí y está al frente de un equipo que pelea en la Zona A de la Primera Nacional por el ascenso. Recientemente eliminado de la Copa Argentina a manos de All Boys, se mantiene en zona para entrar al reducido, en caso de que no termine primero en la tabla y acceda a la final.