El psicólogo Flavio Calvo explica de qué se trata esta distorsión cognitiva opuesta a la paranoia.
Que el universo conspire a nuestro favor suena tan lindo como improbable. Hay personas que repiten la frase, la postean en sus redes sociales o las cuelgan en cuadritos en sus casas con la intención de darse ánimo o simplemente porque les parece simpática.
Pero hay quienes están convencidas que cuando desean algo, todo el universo conspira a su favor para ayudarlas a lograrlo.
Qué es la pronoia
“La paranoia es una distorsión del pensamiento dónde una persona se siente perseguida y atacada por todos”, explica el psicólogo Flavio Calvo.
Y contrapone: “Si se cambia el prefijo para por pro se está hablando de una distorsión cognitiva completamente opuesta: la pronoia, es la idea de que la persona está siendo ‘bendecida’ y dotada de elementos positivos por todo lo que lo rodea”.
Según el profesional, tanto en la paranoia como en la pronoia hay un elemento en común, llamado “locus externo”.
¿Qué quiere decir? “Es el hecho de la que la persona no hace absolutamente nada en su favor o en su contra, sino que es un elemento externo (la gente, dios, el universo, etc.) los que dirigen las riendas de su destino quitándoles toda posibilidad de actuar en él”, sostiene.
Y añade que en la pronoia existe un mecanismo de pensamiento por el cual “la persona es el centro de un complot positivo que conspira para que todo sea color de rosas, hermoso y perfecto”.
Atraer lo positivo
Basados en esta filosofía de vida, muchos creen que hay una “ley de atracción” a través de la cual, con solo pensar en positivo, las cosas se atraen y suceden, dice Calvo.
El problema en esa forma de pensamiento reside en que esa atracción “solo se basa en desear sin hacer”.
Los riesgos de la pronoia
“El riesgo que se corre dentro de la pronoia es el de renunciar al hacer y quedarse en el soñar“, afirma en ese sentido.
Y suma que “es importante que cada persona trabaje por sus propios sueños, sin dejarlos totalmente en manos del universo, un dios, o un horóscopo de revista”.
“Si además de soñar y desear, se ponen acciones, metas, una planificación, y tiempos de evaluación en el logro de los objetivos es mucho más probable que se alcancen los resultados deseados”, alienta.
Pensamiento maníaco y positividad tóxica
El pensamiento maníaco es un pensamiento delirante, cargado de energía y furor, dónde todo siempre debe ser positivo, es lo que coloquialmente se llama “positividad tóxica”.
Cuando una persona cree que hay un universo impersonal concentrado solo en ella, buscando favorecerla constantemente, y convirtiendo todo lo malo en bueno, se encuentra ante un pensamiento maníaco.
“En la manía no se evalúan posibles fallas, imprevistos o problemas que pudieran llegar a aparecer en el proceso de alcanzar logros personales”, plantea el psicólogo.
Es que en la vida hay decepciones, frustraciones, e incertidumbres y es parte del crecimiento del ser humano estar preparados para aceptarlas y afrontarlas.
Arma de doble filo
¿Qué pasa cuando una persona realmente cree que el universo conspira a su favor?
“Piensa que nada puede salir mal, se queda en un estado de superficialidad, sin hacer nada por sí misma, lo que lleva a aumentar las posibilidades de perder o de fallar, es decir, de que las cosas realmente salgan mal”, explica Calvo.
Esto puede convertir esa supuesta positividad en una depresión, frente a la ruptura de esas expectativas delirantes, advierte.
Falta de empatía
A su vez, el profesional destaca que, dicha a otra persona, esa frase denota falta de empatía. ya que no tiene en cuenta sus emociones o dolores.
“Demuestra superficialidad, porque no busca comprometerse con el otro, sino dejar todo en manos de un universo impersonal (o el poder superior que sea) y generan un sentimiento de culpa en la persona que recibe el mensaje, cuando no puede ver la parte positiva de aquello que le sucede”.
“Ni dios, ni el universo, ni nada va a conspirar en favor o en contra de alguien que no se levanta a trabajar por sí mismo -subraya el especialista-. De hecho, si alguien no decide por si mismo, es casi imposible que tenga éxito dejando sus posibilidades de éxito o fracaso en manos ajenas.”
Calvo aconseja que cada persona “pueda repensarse y medir” si en su cavilar hay un matiz de pensamiento pronoico: “si algo es rápido, fácil, o de resultados asegurados, sin ningún tipo de riesgo, o posibilidad de pérdida, se convierte en algo dudoso”.
Pensamiento realista, el pensamiento sano
Fuera de los extremos del pesimismo y la manía, de la paranoia y la pronoia, está el pensamiento realista.
Este es el tipo de pensamiento sano, que puede comprender que hay posibilidades de falla, que pueden aparecer problemas, incluso muchas veces los anticipa y observa como abordarlos.
El pensamiento realista no se deja vencer por los errores y dificultades, ni se encapricha con los posibles éxitos.
“Hay en la vida una combinación de factores internos y externos, de posibilidades y limitaciones ante un sueño o una expectativa. Es importante, entonces, ser buenos evaluadores de las posibilidades”, aconseja Calvo.
Y estimula a “trabajar en lo que de la persona depende, soltar aquello sobre lo que no se puede intervenir, y tener la sagacidad para reconocer esa diferencia”.